martes, 9 de noviembre de 2010

Frontera

Del respirar profundo que me limita… reventar mis pulmones, gritar tan fuerte como siempre quise hacerlo, rasgar cuerdas vocales y sentir mientras me ahogo el sabor a dolor.


Escribir jodido su nombre en la arena, querer olvidar volver a respirar de paso a la memoria de un camino perdido-extraviado como yo y mi frontera emocional, me dejo caer cada vez que me eleva.


No me vengo, me quedo con ella aun que no quiera, aun que el universo este a mi favor pero no me conquiste, queda en mi entonces, exhausto y deforme…no poder esconder este cabizbajo imponente.


(Dame un bofetada y muéstrame el total, que no da igual si lo descubro o me confiesa ese no por respuesta que me tiene loco desde hace un tiempo atrás, llévame al sol y encantado abro la puerta.)


Entonces me refugio en mi me doy cuenta de la falta de cuidado, corazón mal herido por ser un apasionado, piel de papel con rallados, grafitos, cicatrices, frágil como siempre este papel de color amarillo.


Cabronazo hijo de puta! Paro de ser si comienza de cero, que el sol quema si me acerco, peor aun, hablar de mis ojos sin secretos mirándola fijo, saber que le rodean muchos otros astros y yo…no ilumino ni comparado.


domingo, 18 de abril de 2010

Tierra y pan

Subo pasando dos vigas largas hasta Bolivia llenas de historia y de tierra, sigo con la meta de subir el cerro aunque me inunde ese olor a mierda y a perro muerto, la escalera entre cruces de vaivén de alarmas y sirenas dejan entre ver lo cerca que me encuentro del hospital regional. Cada esquina tiene muros con pasta de cuerpos que las inundan y esa esencia particular entre los niños que juegan a ser más malos que sus orígenes. Los perros me reconocen y no me ladran como a los extraños que nunca suben ni bajan por estas quebradas, mueven la cola y yo los nombro por sus nombres que recuerdo de pendejo. Paso por el frontis de mi familia y ya están tranquilos abajo de donde vivo, en cambio yo subo la expuesta por durmientes y me siento seguro entre mis extraños. En cada escalada se endurecen las piernas y la mirada, no pueden ver debilidad jamás mientras la calle te observe. Esa sensación de tensión en el ambiente me ha llevado a experimentar relaciones humanas que te llevan a pensar en la ambigüedad del mundo que conocemos como justo. Mi "pobla" de donde vengo y lo que soy ahora, por la misma, por saber lo que esta bien y mal, estar arriba y abajo de la línea.